viernes, 27 de agosto de 2010

Pasión y tensión

“Que no le digan nada, que no le digan nada por favor, por favor” decía Fernando mientras caminaba hacia su casa por la acera, tratando de no hacerlo tan rápido para que no piensen que estaría huyendo o algo parecido. Hace unos minutos casi lo descubren besándose con quien no debía, Anita, la hijastra de su tío.

Se veía venir. Fernando tuvo un tórrido romance con Anita ya desde hace unos años, cuando solos en casa de Fernando se besaron y descubrieron que se gustaban, pero era todo a escondidas, su amor era ilegal. Pero en los últimos años Fernando notaba que Anita también besaba a otros chicos a escondidas aprovechando que su familia no permanecía mucho en casa por motivos laborales o de estudios, Anita tenía tiempo para besar a los chicos que quisiese, claro que siempre tenía todo planeado. “Papa viene a las tres de la tarde, mi hermana a las dos, tengo la mañana libre” pensaba Anita.

Hace muchos meses que no tenían nada. Fernando casi, casi la había olvidado, ¿Pero como olvidar a un primer amor por mas ilegal que este fuese? No, Fernando no olvidaba los momentos apasionados que había pasado con Anita, esos momentos de goce y tensión, tensión porque no los descubra nadie, besándose mirando hacia todos lados, calculando todo. Sentía celos, unos terribles celos de saber que otro chico besaba a Anita, pero que podría hacer, ir a casa de su tío para averiguar si podrían besarse le causaba cierto temor y por ende mayor pasión. Una loca pasión por recordar viejos tiempos, cuando Anita iba a su casa y se besaban hasta que ella tenia que regresar para que sus padres la encuentren angelical y pulcra como la dejaron, no pude evitar sonreír cuando escribí lo anterior.

En fin, no nos desviemos del punto, Fernando iba caminando asustado rogando que no le digan nada a Anita porque hoy como siempre paso por su casa y no lo pensó dos veces, era tarde y quizá no había nadie pero valía el intento, pensó.
Tocó desesperanzado la puerta creyendo como siempre que nadie abriría, se equivoco, por la ventana Anita con cara de haberse despertado recién le decía “Ah! Fernando” y se dirigió a abrir la puerta sin lograr escuchar los balbuceos de Fernando.

“Yo… vine a… dejarte esta bolsa… porque…" decía aquel chico sin poder mirarla a los ojos mientras caminaban hacia su dormitorio, si, hacia su dormitorio porque estos dos jóvenes amantes ilegales sabían que se besarían locamente otra vez, lo sabían pero no lo decían, solo caminaban.

“Bueno aquí te dejo esta bolsa y luego…” Fernando dijo esta frase e inmediatamente la corto y le pregunto en tono dulce “¿Que no fuiste al colegio hoy? ¿Estas mal?” dijo tocándole la frente y sonriéndole.

“No tonto, hoy harán arreglos en mi salón por eso no tengo clases” dijo Anita mirándolo fijamente a los ojos como diciendo “Deja de hacerte el webón y bésame de una vez carajo”

Fernando conoce muy bien a Anita. Dejó la bolsa encima de la cama y se sentó sobre el sillón que tiene en el cuarto, Anita caminaba de un lado a otro pero los dos sabían que el tiempo era su enemigo común, así que sin pensarlo dos veces Fernando le acerco su brazo invitándola a sentarse sobre sus piernas y Anita obedeció al pie de la letra. Besaron sus cuellos, mejillas y por ultimo sus labios, no se querían separar era un momento esperado, un momento placentero, como un orgasmo imaginario.

Mientras se besaban, Fernando preocupado le pregunto: “¿A que hora viene tu Papá? ¿Y tu hermana?” a lo que Anita respondió suelta de huesos: “Salieron los dos, pensándolo bien, ellos salieron como a las diez de la mañana y ya son las tres de la tarde, iré a fijarme tienes razón”
Anita no regresaba. Entonces Fernando se alarmo y se levanto del sillón arreglándose la polera y el cabello también.

“¿Entonces dejó esta bolsa aquí verdad?” dijo Fernando con tono alto y sabiendo que alguien mas lo escuchaba a parte de Anita, trataba de no sonrojarse como lo hacia siempre, para esto respiro profundo y puso su mente en blanco y también cara de cojudo.
Casi le da un infarto cuando abrió la puerta del dormitorio. “¿Que paso? Dijo con voz grave el papá de Anita.

“Nada tío, solo le traje esta bolsa a Anita, bueno ya me voy…” dijo Fernando mirando tras su tío a la hermana mayor de Anita.

Abrió la puerta general y caminó sin levantar sospechas, pero preocupado por Anita, ya no la había visto cuando salió. Quizá nos escuchaban mientras nos besábamos, quizá ya estaban dentro cuando Anita salió a fijarse, pensaba. “Que no le digan nada, que no le digan nada por favor, por favor” rogaba Fernando a un Dios, un Dios que ama a todos, sin distinción, ¿pero amaría a esta parejita también? ¿Los amaría como para hacer que nadie haya descubierto aquel amor ilegal? Ojala que si.

Fernando no sabe aun de Anita, no la volvió a ver después de ese día, y aun sigue pasando frente a su casa pero ahora con la esperanza que Anita se asome por la ventana y le diga “Ven! Besémonos” y seguir besándose así con temor, pasión y tensión.

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